Posted by : Unknown
jueves, 19 de junio de 2014
En CASTRILLO DE MURCIA se conserva otra costumbre, allí exclusiva que tiene a todas luces un sabor gentilicio. El día del Corpus y en su Octava, disfrazan a un sujeto de botarga que llaman COLACHO, que lleva la cara tapada y un rabo de buey en la mano. Todo el mundo tiene derecho a llenarle de los mayores improperios, injurias e insultos, pero él, asimismo, lo tiene de arrear un pie de paliza soberano al que coge por su cuenta. No para en esto la broma, cuando todos están reunidos en misa, entra el colacho en la iglesia saltando por entre las sepulturas y las mujeres a las que pega con la cola hasta el Presbiterio. Allí se queda parado y va remedando las ceremonias que se hacen en la misa, tan burlescamente que algún párroco se ha querido oponer, aunque inútilmente, a esta costumbre pagana, porque verdaderamente parece restos de los juegos de escarnio o burlas de la Edad Media, por la parodia burlesca de loS oficios eclesiásticos que hacían los zaharrones o remedadores. Para que se comprenda mejor que es un resto de paganismo no desterrado en el siglo XX, todas las mujeres que han dado a luz aquel año, colocan a sus hijos habidos en él encima de un colchón a las puertas de sus casas Con intención de que el colacho salte por encima de cada uno, Como lo hace, sin duda, para conjurarle de algún maleficio" Se celebra cada año el domingo siguiente al Corpus Christi. Los bebés (que son acostados en unos colchones en el suelo) son saltados por el Colacho que toma impulso para ello, con el consiguiente riesgo. Una vez hecho eso, piensan los defensores de dicha “tradición”, todos los bebés quedan limpios del pecado original y ahora tendrán asegurada una vida menos propensa a las enfermedades y a los espíritus malignos