Posted by : Unknown viernes, 28 de noviembre de 2014

La Sierra de Aracena y Picos de Aroche conserva todavía numerosas celebraciones de marcado carácter religioso en las que se funden símbolos y elementos naturales. Una de las noches marcadas en el calendario es la


víspera de la festividad de la Purísima Concepción. La fiesta de ‘La Pura’ está estrechamente ligada al fuego, y varios ejemplos en la comarca demuestran su arraigo.
Aracena vivirá durante la noche del próximo 7 de diciembre una de las citas mágicas cargadas de historia y recuerdos que alberga su dilatado calendario anual. Los populares rehiletes llenarán las distintas plazas de los barrios en medio de las potentes luces de las fogatas de la víspera de la festividad de la Inmaculada Concepción. Numerosas hogueras organizadas por los vecinos de cada barrio de forma controlada se distribuirán esa noche por determinados puntos de la localidad para vivir una cita única en la que el fuego, los rehiletes y los niños marcan el tempo de la noche.
El origen de esta fiesta se desconoce, aunque se le presume un marcado carácter agrícola y religioso. Una vez finalizada la época de apaño en los castañares del Parque Natural, las hojas del árbol que cubren todo el campo son aprovechadas por los niños durante las jornadas previas al día 7 para la confección del rehilete. Este artilugio consta de una vara flexible, generalmente de olivo, a la que se le pinchan numerosas hojas de castaño por el centro y de forma continuada, lo que conforma una especie de cilindro en tornos pardos con una castaña en cada punta para impedir que las hojas prensadas salgan disparadas con el movimiento.

Históricamente, la realización de los rehiletes ha propiciado la limpieza de las hojas del suelo de los extensos castañares del corazón del Parque Natural, que necesitan así menos labores de aseo para la nueva campaña agrícola. Asimismo, la incineración de estos artilugios naturales en vísperas de la festividad de la Inmaculada Concepción denota un marcado carácter purificador de la mano del fuego, tal y como se produce en otras fiestas religiosas, como las populares hogueras de
San Juan del 24 de junio.
Junto a la confección de los rehiletes, las semanas previas a la fiesta son de un notable ajetreo para los niños, protagonistas de este ritual. Las salidas al campo para pinchar pacientemente las hojas en su vara de olivo se complementan con el aprovisionamiento de abundante madera para garantizar una potente candela que se mantenga hasta altas horas de la madrugada, elemento esencial para el éxito de la fiesta.
Cada barrio de Aracena tiene su encanto y su hoguera característica. Durante las horas previas a la noche mágica del día 7, los vecinos se reúnen para colocar la leña que dará vida a la candela. Espacios como la Plaza Alta, la calle Alegre (junto a la Plaza de Toros), Cantarrana o Santo Domingo, entre otros, son lugares de obligada visita en los que no faltarán niños (y no tan niños) para quemar su rehilete.
Porque éste es otro aspecto esencial en la fiesta. Una vez el rehilete está listo (y se ha dejado secar durante unos días para que su combustión sea correcta) tiene que ser prendido en la hoguera. El inicio de las llamas en el rehilete va unido al movimiento circular del brazo que lo sostiene de forma paralela al cuerpo. El giro continuado permite la incineración perfecta del cilindro vegetal, que da lugar a una composición de aros de fuego de gran belleza, con la noche serrana como telón de fondo.

Aunque la quema de un solo rehiletes es vistosa de por sí, la esencia de la fiesta está en las reuniones de grupos de niños realizando el mismo movimiento con sus rehiletes en llamas. Eso sí, guardando una distancia de seguridad y mucho cuidado porque, no olvidemos que el rehilete está ardiendo y, aunque el cuidado de niños y mayores es manifiesto, suele haber pequeños incidentes que no pasan del pelo chamuscado.
En Aracena, niños y no tan niños participarán el próximo viernes 7 de diciembre en esta fiesta popular de forma activa. Alrededor de las 19 horas, todas las fogatas de la localidad estarán ya en marcha. Las llamas irán subiendo al cielo serrano a medida que los más pequeños comiencen a prender los rehiletes que han realizado en estas últimas semanas. Vecinos de Aracena y centenares de visitantes que eligen la localidad serrana durante este Puente festivo disfrutarán un año más de esta tradición en la que, como no, el elemento gastronómico juega un papel también importante.
Las prolongadas llamas de las hogueras no sólo sirven para quemar los rehiletes y combatir el intenso frío invernal de la Sierra. Una vez que comienzan a aparecer las brasas incandescentes se prepara la carne y embutidos del cerdo ibérico que los vecinos de cada barrio compran para disfrutar de una velada amistosa hasta altas horas de la madrugada. Las carnes a la brasa se mezclan con el delicioso mosto de las viñas de la comarca que en estas fechas está listo para su degustación, una combinación que enamora a muchos de aquellos participan en esta fiesta por vez primera.

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