Posted by : Unknown
jueves, 8 de enero de 2015
Más de 30 hogueras en toda la ciudad de Jaén arden en la noche mágica en la que se celebra la fiesta de Las Lumbres de San Antón,
siguiendo una de las tradiciones más arraigadas en occidente. En lo
alto de la hoguera se coloca un muñeco hecho con ropa vieja, relleno de
paja y serrín. En su cabeza,
La gente baila junto a las hogueras y canta, sobre todo, "melenchones" con letras casi siempre picantes e ingenuas, que cuentan lances amorosos o acontecimientos de la vida cotidiana, hasta el extremo de que algunas de ellas llegaron a ser crónicas expresivas de la vida de la ciudad. Los vecinos queman lo viejo y degustan las típicas rosetas y la calabaza, junto con morcilla, chorizo y vino.
La festividad de San Antonio Abad llegaría a Jaén hacia el siglo XIII, seguramente con los nuevos habitantes influenciados estos por la devoción que se le profesaba al santo en Francia y Centro Europa.
Tradicionalmente, al atardecer se encendían lumbres en el monte, las huertas, cortijos, caserías y en todos aquellos lugares en los que había ganado y animales domésticos. Es posible que estas hogueras tuvieran connotaciones mágicas, con la intención de ahuyentar las enfermedades y plagas
de los animales. Hay también una relación clara con el ciclo de la cosecha y de las labores del olivar.
Precisamente son estos restos de la corta, el ramón, el material básico de la hoguera. A ella se le unen los capachos viejos de esparto, que se usaban en el prensado tradicional, empapados aún en aceite, un excelente combustible, y muebles viejos de los que acaso se cambian una vez que se dispone de dinero al cobrar los jornales de la aceituna.